"Un encuentro egregio con César Vallejo"
Guillermo Ochoa Montalvo
Me encontré con César Vallejo en un café de Quetzaltenango en Guatemala,
me encontré y le vi de frente con esa mirada muy suya apuntando hacia lo
infinito del tiempo y hacia ese punto en el horizonte que nuestra percepción
no alcanza a divisar. Le vi de sombrero y bufanda dentro de un abrigo de
lana gris, sumergido en la taza de café, !Ah!¡ lo vi en letras negras --muy
claras para ser oscuras--, lo vi de frente y me habló de vos, de tus anhelos y
motivaciones. Circunspecto, me dijo: "la historia es un grano en el puño de
quien lo hace germinar". Entonces descubrí que tu puño hace germinar vida
en tus letras que caen a la tierra nuevamente como nuevas semillas para
nutrir el espíritu de quienes siguen presentes a pesar de su partida. Le vi
esbozar una tenue sonrisa, me saludó con el ala de su sombrero y se retiró
dejándome su recuerdo inmortal en el eco del instituto de estudios
vallejianos donde mora y suele pasear bajo el aguacero de sus palabras.
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