Un cruce de miradas
Mara L. García
English Version En homenaje a César Vallejo Eran las cinco menos diez cuando arribamos en Santiago de Chuco; lo más difícil fue bajar del ómnibus Royero. El desfile de primavera de la ciudad de Trujillo no era nada comparado a lo que ocurría en el lugar.
Primero bajaron los bultos de encima del ómnibus
y el chulío gritaba que alguien recibiera
los paquetes que caían. Luego, los niños
empujaban que querían ir al baño.
Yo no tenía mucha prisa y decidí
esperar. Esa tarde, llovía torrencialmente y la gente sacaba sus baldes para colocarlos debajo de las goteras. Llegó mi turno para salir y las miradas se dirigieron hacia mí. Los niños con su cara sucia y llena de mocos me miraban como si yo fuera un animal raro. De pronto, un niño con su cara chaposita se me acercó y preguntó mi nombre. --Lucero, le respondí... El niño hizo una mueca burlona y salió corriendo para esconderse en el regazo de su madre. De pronto, sentí una mano sobre mis hombros que me hizo reaccionar violentamente. Levanté los ojos de mi libreta y para mi sorpresa, era el poeta César Vallejo a quien deseaba entrevistar. Parecía de unos 24 años y su cara morena me indicaba que me encontraba con el cholo famoso...Ni siquiera me dejó presentarme, se sacó su poncho y lo puso sobre mis hombros... Mientras caminábamos me preguntó si había leído "Los heraldos negros". Mis ojos brillaron de emoción y le dije: Hay golpes en la vida, tan fuertes...¡Yo no sé!, agrego, el vate. Golpes como el odio de Dios, le respondí con emoción Como si ante ellos la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma ¡Yo no sé!, siguió diciendo él con una profunda angustia El escritor concluyó era una época muy dura y dos acontecimientos marcaron mi vida: El fallecimiento de mi madre y una injusta prisión en Trujillo. La lágrimas corrían por mis mejillas por la emoción de estar junto al poeta y luego, le fui recitando verso por verso los poemas de Trilce y de Poemas humanos. Vallejo sacó un panuelo blanco y bien planchado de su bolsillo y delicadamente me secó las lágrimas. Miré a sus ojos y él también estaba llorando... No perdí tiempo y le pregunté que significaba el poema "Los heraldos " en su vida. El respondió que lo había compuesto en unas circunstancias muy tristes en su existencia. Dirigió una mirada a sus llanques y me preguntó si había leído su obrita Paco Yunque. Le contesté que me había gustado mucho. Vallejo pestañeó unos segundos y con la mano en su rostro me dijo: Ese soy yo, y calló...Fue una conversación sencilla, pero me di cuenta de la cosmovisión del poeta y también pude identificarme con el ser doliente que estaba a mi lado. La entrevista fue muy breve, pero aprendí que escribir no era tan sencillo como pensaba. Subí al ómnibus de regreso a mi ciudad, pensando en todo lo que había hablado con César Vallejo. A través de la ventana pude ver su rostro indígena, y levantando su mano pareció que me decía. La próxima vez te saldrá mejor. ¡Adios Lucero! El despertador me hizo reaccionar y sin darme cuenta me había quedado dormida sobre mi libreta cuya primera línea decia:"Un cruce de miradas" |