Home | Obra Creative sobre Vallejo | Dr. Stephen Hart | Dra. Graciela Torres | Dr. Merlin Forster | Dr. Clayton Eshleman | Dra. Mara García | Dr. Carlos Henderson | |||
se desprende de la tesis anterior: el arte como instrumento de la lucha de clases
(que sustenta el último escrito de El
arte y la revolución).
Ahora bien, en mayo de 1937 en Barcelona, los estalinistas se enfrentan a trotskistas y anarquistas. Vallejo deja constancia de esos hechos de una manera más o menos críptica en un Carnet de 1936-1937: El «rojo» que quiere que pierdan sus compañeros revolucionarios,para que otro «rojo» que se agarra unos periódicos, ya no pueda agarrarlos. O el otro que prefiere que pierdan sus compañeros una guerra, por envidia de otro de ellos, subirían si triunfa. Es conocida la participación de Vallejo en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que se llevó a cabo en julio de 1937. Las sedes fueron Barcelona, Valencia, Jaén, Madrid y París. En Madrid Vallejo pronunció un discurso tumultuoso, y quizá turbulento. En éste, por ejemplo, dice: «Los responsables de lo que sucede en el mundo somos los escritores, porque tenemos el arma más formidable, que es el verbo.» Citemos un pasaje: Creo, pues, necesario llamar la atención de los Escritores del Segundo Congreso Internacional Antifascista, diciéndoles que es necesario, no que el espíritu vaya a la materia, como diría cualquier escritor de la clase dominante, sino es necesario que la materia acerque al espíritu de la inteligencia, se acerque a ella horizontalmente, no verticalmente; esto es hombro a hombro.» (Vallejo 1987a: 445-446. Yo subrayo). En esas líneas --el discurso lleva el título «La responsabilidad del escritor»--, ¿acaso Vallejo no le dice no a la coerción? ¿Visto a esta luz, no está pidiendo a la ortodoxia comunista que no busque extender su radio de acción de manera vertical? Terminemos con la recopilación. Con dos escritos breves. En el primero Vallejo refuta a Gide. El otro impugna la dialéctica de Hegel y de Marx. Refutando a Gide escribe en un carnet de 1936-1937: «El triunfo de la U.R.S.S. --dice Gide-- permitirá el advenimiento de una literatura alegre. Es desde este punto de vista que la literatura soviética contrastará gloriosamente con la literatura burguesa.»¿El señor Gide ha reflexionado bien en lo que dice? ¿Se da cuenta de lo que sería, en el futuro, una literatura en que ya no exista el dolor? ¿Admite el señor Gid siquiera la posibilidad de una tal mutilación del corazón humano? ¿No cree el señor Gide que el propio reinado exclusivo de la alegría sería el mayor de los dolores que se imponga al hombre? ¡Alegría! ¡Dolor! En todo caso, el señor Gide, al formular su frase, tenía seguramente a la dialéctica [ilegible] por la cabeza de su despacho.¡Muy hegeliano, el señor Gide! Hoy como ayer y como antier.(Vallejo 1973b: 155-156). ¿Cómo se puede entender lo anterior? A mi juicio, con la noción del «dolor cósmico» propuesta por William Rowe. Este estudioso nos hace comprender que el dolor cósmico se inició con la llegada de lo hispánico al Perú. ¿Y qué caracteriza el dolor cósmico, el dolor cósmico nativo? Rowe explica : «El sufrimiento [...] es inagotable, simplemente aniquilador, excediendo todo medio de expresión que lo contenga.» (Rowe 1996: 119). Vallejo no era indio sino mestizo. Había vivido en Santiago de Chuco, un pueblo andino mestizo. Es allí donde toma contacto con las formas mestizas del dolor cósmico. Y Rowe precisa: «El tratamiento que hace Vallejo del dolor, reúne tres niveles: el dolor inagotable mestizo, el dolor cósmico de la tradición nativa y la moderna visión de un futuro que abolirá el sufrimiento innecesario. En esta intersección, cuya complejidad es la historia del Perú, Vallejo agrega un elemento nuevo: un dolor cósmico cuyo efecto resiste cualquier localización y cuya causa no puede ser identificada.» (Rowe 1996: 119). La noción del «dolor cósmico» puede ayudarnos a comprender ese breve escrito de Vallejo. En plena crisis ideológica inconscientemente se reafirma en lo que le era consubstancial. Por otra parte, toca el tema de la dialéctica. Mas, de esto último trata la nota a la que voy a dedicar un mayor espacio. Se encuentra en otro Carnet de 1936-37. Extraigo unos pasajes: Una visita al cementerio el domingo 7 de Noviembre 1937, con Georgette. Conversación empieza con el egoísmo de G. –dialéctica de egoísmo-altruismo--. Pasamos a la dialéctica en general. Aludo a Trilce y su eje dialéctico de orden matemático --1-2-0— «Escalas»: o instrumento y conocimiento: el rigor dialéctico del mundo objetivo y subjetivo. Su grandeza y su miseria o impotencia. Me refiero a Hegel y Marx, que no hicieron sino descubrir la ley dialéctica. Paso a mí mismo cuya posición rebasa la simple observancia de esta ley y llega a cabrearse contra ella y llega a tomar una actitud crítica y revolucionaria de este determinismo dialéctico. [...] --Es mejor decir «yo»? O mejor decir «El hombre» como sujeto de la emoción --lírica y épica--. Desde luego, más profundo y poético, es decir «yo» --tomando naturalmente como símbolo de «todos»--. (Vallejo 1973a: 99-100). Tres puntos deben ponerse de relieve. 1) Vallejo
vuelve a sus exigencias frente al marxismo, vuelve a sus exigencias contra todo determinismo.
|